Pues sí, todo tiene un principio y todo tiene un final, y tristemente llegó el final de esta vacación. Vengo escribiendo en mi laptop en el coche, tengo 18 horas para hacer este artículo, así de eterno el regreso de Colorado a Texas. En estos viajes largos las idas son siempre … … Miren…¡un río! Miren ¡las flores!… Miren, ¡un cañón!…. y de regreso son… ¡Niños, ya esténse quietos!, ¡Ya deja de molestar a tu hermana!…¡Un grito más y ora sí te quito tu Game Boy…. Mamá, ¡Que no se dice Game Boy! Se dice Nintendo Switch…Este último comentario me hace sentir de 150 años, así que haciendo honor al sentimiento de vieja amargada, me pongo mis audífonos, lenguaje no verbal con la orden de: Nadie me dirija la palabra, por favor.
Veo de reojo el tablero de la camioneta, poquito a poquito los números de la temperatura van subiendo y subiendo. Llegó una alerta que el mero día que llegamos a San Antonio, o sea mañana, la temperatura batirá el récord de calor este año con una alza de 104, con un “feeling” de 110. Eso es 43 grados centígrados para que se den una idea, o sea más que si te sumergieras en un jacuzzi hirviendo.
Vengo más callada que un vegetal, pobre Juan Manuel, soy la peor copilota en este largo viaje. No puedo hablar, vengo ocupada en mis pensamientos. Mi mente, cual verdugo despiadado, no para de restregarme en la cara que en dos días empieza otra vez el tremendo, temido, tortuoso, terrible homeschooling. Nadie me cuenta, este duelo mental que estoy viviendo es porque YO YA SE A LO QUE VOY. Ya sé que los siguientes meses voy a pasar todos los días sentada supervisando lecciones de primaria, secundaria y prepa, yo que para todo lo que tenía que ver con matemáticas y todos sus derivados, fui la peor estudiante…la Iglesia en manos de Lutero, de veras…, además de que mi paciencia se acorta cada vez más. Dios mío…Apiádate de mí en este Valle de Lágrimas…como decía no me acuerdo cuál oración.
Me ha dado últimamente por leer libros de las guerras, desde que empezó la pandemia, ya llevo como cuatro; historias de la Primera y Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española, etc. En el fondo ya me caché que es una herramienta del inconsciente para comparar mi realidad con una mucho más terrible y sentir que lo mío no es nada, herramienta bastante efectiva, por cierto. Pero al mismo tiempo, me viene a la mente la frase sabia de Como Agua Para Chocolate, donde la nana Nacha, siempre sabia, le dice a Tita mientras llora desconsolada derramando lágrimas en la masa del pastel de bodas de su hermana… “Sólo las ollas saben los hervores de su caldo… pero yo adivino los tuyos” … me uno al sentimiento de todas las madres estos días.
Pues así las cosas, mis queridos amigos, hoy no tengo ni media perla de sabiduría que aportar al mundo, sólo comparto mis pesares… sólo les ofrezco como regalito bien envuelto mi tormento de saber a lo que regreso, así que si no te sirve, mejor ni lo abras, déjalo ahí quietecito en un sillón.
Ya estamos casi llegando a una de nuestras paradas. Great Dunes National Park. Si esta parada la hubiéramos hecho de venida, seguro iría describiendo la maravilla del paisaje, la belleza de la naturaleza, bla bla bla, pero como vengo de regreso y con el alma atormentada por el tsunami del homeschooling que se nos deja venir, me viene a la mente la idea de al menos darme una manita de gato para salir guapa en las fotos. Me acerco un espejito redondo que tengo en la bolsa. Dios mío, ¿En qué momento me salieron esos dos pelos en la barba? ¿Por qué no me los había visto antes? Por la simple razón de que hasta hoy en la mañana estaba en el Paraíso… y en el Paraíso no hay pelos en la barba. Pero ahora, mi pobre corazón en duelo sabe que nos dirigimos derechito al infierno de 110 grados Farenheit, de horas y horas y horas de escuela virtual, de poner en pausa tus proyectos hasta nuevo aviso… así que más me vale que me arme de paciencia, que haga meditaciones y yoga y que me pare literalmente de cabeza para intentar calmarme. Más vale que me arme de valor, más vale que me consiga unas buenas pinzas de depilar…porque si de algo estoy segura es que por el momento señores y señoras, ya se acabó la fiesta.
Regina Moya, día del temido regreso.