Está bien, admito que no estuvo tan peor la llegada a San Antonio. La pasé muchísimo peor las dieciocho horas de carretera de que lo que realmente está resultando ser el homeschooling. Me encontré con que los maestros trabajaron todo el verano para organizarse mejor. Ya no es un caos sin pies ni cabeza. Somos como esos anfibios que se transforman y se adaptan a lo que la atmósfera les presenta. Me encontré con que mis hijos ya están con más clases en zoom y con menos tareas, eso significa que ellos tienen más independencia y yo más libertad. Ya ni una sola vez me he metido a Google a ver cómo resuelvo fracciones o decimales ni para preguntarle a Siri desesperada cuales éran los ángulos obtusos y cuales los agudos. Por primera vez hago una declaración importante. Si así va a ser el resto del semestre, no está tan grave la situación.
Durante el regreso de Colorado me dio gastritis nomás de imaginarme el caos que nos esperaba. Ahí andaba ya ese ardorcito que subía y bajaba en la boca del estómago, como si un enanito estuviera prendiendo cerillos en mi corazón uno por uno. Así soy yo, un alma atormentada por el futuro. Se me olvida que soy escritora, y mi cabeza, extraordinaria directora teatral, se dedica a fabricar historias espeluznantes, thrillers de terror.
Retrocedamos al viaje. De regreso pasamos por Sand Dunes National Park. Ya habíamos ido a ese maravilloso lugar hacía añísimos. Juan Manuel, que tiene el hábito de guardar todo, llegando a San Antonio buscó una foto de cuando estuvimos en las mismas dunas dorados hacía una docena de años. Lo primero que me impactó fue lo chiquitos que estaban mis niños, dos chiquitines, colgados uno en cada uno de mis brazos, como dos changuitos con su mamá. ¿En qué momento estos bebés tan míos se convirtieron en casi hombres, en humanos llenos de complejidades? Siento que esa foto fue hace nada. Como buena escritora, tengo muy buena memoria. Juan Manuel no me cree, pero a veces, puedo ver una foto y acordarme de lo que estaba sintiendo ese día. Cuando vi esa foto me acordé muy bien que ese día, mi alma atormentada andaba haciendo de las suyas.
Juan Manuel y yo no llevábamos mucho de casados. Nos fuimos también en un roadtrip de San Antonio hasta Colorado no por una pandemia sino porque nos salía más barato que irnos en avión y en ese momento, contábamos los centavos. Nuestra historia, como muchos otros recién casados es que empezamos con baches en el camino. Juan Manuel puso un negocio de pollos rostizados que nomás no arrancó. Yo extrañaba mucho México, mi familia y de todas las editoriales a las que mandaba mis escritos no recibía más que cartas de rechazo. Juré que a ese paso, nunca podría publicar otro libro. Aquél roadtrip fue también largo y tortuouso, me acuerdo que iba tejiendo una cobijita a gancho, y en mi cabeza era como si a la par, estuviera tejiendo una red de pensamientos, de nudos imposibles de resolver.
Qué ganas hubiera tenido de platicar con esa joven mamá hace doce años. A ver Regina, pon mucha atención. Todo eso que estás pensando que va a pasar, todos esos escenarios en tu cabeza, a ninguno le vas a atinar. En unos años, esa idea de la que de repente te platica Juan Manuel, la de casas verdes… ponle atención, tenle fe… ya verás lo grande que va a llegar a ser. ¿Te acuerdas de ese sueño de vivir en una casa antigua? Te va a llegar. ¿Esa hija que tanto anhelas? la vas a tener, preciosa…se va a llamar Isabel. No sólo vas a publicar otra novela, vas a publicar muchos cuentos, artículos… vas a dar clases, conferencias…vas a aprender a pintar, vas a hacer todo tipo de proyectos que te van a fascinar, proyectos grandes… ya verás…tus sueños se quedarán cortos. Te felicito por tu vasta imaginación, pero esos escenarios que pintas en tu mente, son puros inventos, úsalos para tus escritos, ponlos en papel y sácalos de tu corazón.
Dentro de muy poco, esta época, será apenas un mero recuerdo, como la foto de las dunas. Mi única y gran sentencia en este momento es estar con mi familia en casa, pasando horas y horas juntos, todos sanos, con mucha comida, muchas risas, muchos pleitos, pero juntos.
¿Cómo puede ser posible que en toda esta pandemia no se me haya ocurrido que este momento, estos meses de encierro serán en mi vida, el pequeño espacio de tiempo cuando más cerca estuve con mi familia? Nunca más volveremos a estar tan unidos. Mañana no sé si vuelva a engendrar en pantera, si la angustia vueva a secuestrar mi cabeza. Pero hoy, no te miento cuando te digo que es en esta casa, con este equipo con quien quiero estar…De pronto mi enemigo ya no es el Covid, ni mi angustia, ni siquiera el homeschooling… mi único enemigo es el tiempo que muy pronto me va a arrebatar este momento.
Regina Moya.